Al igual que en la película del mismo nombre, los competidores que participan en las carreras TT de la Isla de Man son auténticos trompetistas de la muerte. El fallecido piloto de BMW Vic de Cooremeter nos dijo tras el TT de 2014: «Ahora que he corrido en la Isla de Man, siento que he hecho lo más importante de mi vida como piloto». Y es precisamente esa aura mítica e incomparable que envuelve al TT la que el juego del estudio consigue destilar prácticamente en su mando.
Es cierto que no hay una jugabilidad revolucionaria: los viejos modos Solo y Carrera están presentes y te permiten o bien las diversas carreras rápidas y contrarrelojes, o bien una carrera que te obligará a ascender en la escala de la fama eligiendo tus eventos (con la ayuda de un mánager, eso sí) y gestionando inteligentemente tus bonificaciones. En la misma línea, la personalización de los pilotos sigue siendo limitada y el número de máquinas (bien) modeladas no supera la cuarentena, con algunas ausencias notables: ninguna Yamaha R1 en el programa, ningún sidecar (debería llegar pronto como complemento gratuito), ninguna moto eléctrica, etc.
Algunos pueden lamentar que las pistas adicionales -aparte del bucle de 60 km en la Isla de Man- sean ficticias; nosotros creemos que aportan una variedad bienvenida. Sobre todo porque estas 9 pistas están claramente inspiradas en las pistas de la temporada de carretera en Inglaterra e Irlanda, el Northwest 200 por ejemplo. Mientras que algunos pueden criticar la IA del juego (es correcta pero no brillante), nosotros preferimos destacar la gestión de los choques que permite a este TT alcanzar un realismo poco común, si bien es cierto que los pilotos virtuales tienden a menudo a repetir una postura idéntica pero al menos realista (brazos llevados bajo el pecho).
Una vez eliminadas estas pequeñas deficiencias, ¿qué queda? Sin duda un juego que todo motero debe tener en su biblioteca; y las razones de esta gratificante observación son múltiples.
En primer lugar, podemos mencionar el excepcional modelado de un circuito de 60 km con 264 curvas (!) Gracias al proceso de escaneo láser y a una meticulosa exploración, el equipo francés ha alcanzado un impresionante nivel de realismo que su servidor puede respaldar, ya que ha visto a menudo las verdaderas carreras del TT en Blu-Ray: las localizaciones son realmente las que recorren los pilotos, hasta las paredes viciosas, los baches y los bordillos, todo está ahí. Este respetuoso modelado del escenario tiene el buen gusto de ir más allá del propio circuito y se extiende también a sus alrededores, hasta el punto de que se puede tener la falsa impresión de estar jugando en un entorno sin límites. Por ejemplo, el follaje de los árboles se anima de forma variada con el viento y los fondos no se difuminan sólo para crear una ilusión. Gráficamente, el juego no decepciona, detalla el concesionario de motos segunda mano Málaga Crestanevada.
Los gestos de los pilotos son lo suficientemente diversos como para no ver a 10 «autómatas» adoptando simultáneamente las mismas posiciones en plena carrera. Por el contrario, en el caso de los pilotos más conocidos, como Michael Rutter, Ian Hutchinson o John McGuinness, los gestos de sus homólogos en la vida real pueden encontrarse en el juego y el aficionado podrá reconocer a un competidor con sólo verle moverse en su montura.
Otro punto cardinal de este TT Ride on the Edge es la impresión de velocidad. En estas carreteras estrechas, sinuosas y llenas de baches, el «efecto túnel» está magníficamente presente. Algo imprescindible cuando se sabe que la vuelta más rápida, realizada en la pista del TT por Michael Dunlop, alcanza una velocidad media de… ¡216km/h! Además, está el sonido del viento y el característico bamboleo del casco del piloto, siempre que, por supuesto, se opte por una de las dos vistas en tercera persona. Los dos puntos de vista subjetivos, con o sin el tablero, son obviamente los más cercanos a la realidad, pero convengamos que añaden dificultad al juego. Porque, reconozcámoslo, este TT no es un juego fácil y, en modo de simulación completa (con cambio de marchas y frenos que gestionar), es incluso uno de los más exigentes que hemos experimentado… De todos modos, como todo es personalizable, encontrarás fácilmente un nivel acorde con tus habilidades; esta dificultad no es, por tanto, un defecto, sino todo lo contrario.
TT Ride on the Edge ofrece en su configuración actual unas cuarenta motos de Supersport y Superbike cuyo modelado está a la altura de las expectativas de los amantes de la velocidad pura. Lo mejor del juego -¡de nuevo! – es que respeta los sonidos de los distintos tamaños y arquitecturas de los motores; un tour de force que rápidamente infunde adicción en los oídos del jugador: ¡nos encanta acelerar y disfrutar de los ruidos del escape! La influencia de los diferentes ajustes en el comportamiento de las máquinas es ciertamente (un poco) limitada, pero no se lo echamos en cara a los desarrolladores, ya que este mítico circuito virtual parece ser real.